De: karcomen | Fecha de creación: 12/03/2011
Conferencia la Crisis de la Civilizacion a cargo de Julio Anguita, la cual tuvo lugar el pasado dia 11 de marzo en Carmona, organizada por izquierda unida, de ella Manolo Martinez escribió:
Decía Miguel Hernández que en un trozo de carne cabía un hombre, y si el trozo de carne se llama Julio Anguita, el trozo es grande, por fuera, y por dentro.
Julio Anguita no es un político más, ni un político al uso. Es un histórico de la izquierda española. Es, como dice Miguel Hernández, un hombre, entendiendo por hombre, ese trozo de carne, que se llena, a golpe de voluntad, de compromiso, de honestidad, de coherencia, y de generoso afán de transmitir su vasto conocimiento. Carmona ha tenido la suerte de escucharle una vez más. Fue en el Teatro Cerezo, acompañado de la siempre resuelta, Encarni Milla, y arropado por un teatro prácticamente lleno, lo que pone de manifiesto, el poder de convocatoria que despierta uno de los mejores oradores de la democracia española.
No hubo mitin. Hubo, como él mismo dejó caer, en varias ocasiones, explicaciones.
No hubo venta de votos, sino transmisión de conocimientos.
No hubo populismo, más bien, traducción de los complejos mecanismos económicos, para que todos nos hiciéramos conscientes de las mentiras que nos inundan.
No hubo frases hechas, promesas, ni salvadores, sólo fue el discurso de un hombre informado, erguido, rebelde, que se resiste a ser un borrego más, y lo que es más inusual aún, empeñado en que la sociedad despierte del letargo consumista y absurdo en que estamos metidos.
Busquen ustedes políticos que hayan renunciado a su pensión adquirida por haber sido diputado. Busquen ustedes políticos que le voceen que esta crisis, que nos ahoga, no tiene remedio, porque los remedios que nos venden, son tan mentira como los presuntos culpables de la crisis.
Julio diseccionó con, artes de buen cirujano, el porqué de la crisis, culpó al sistema y a los bancos, quienes, curiosamente, lejos de pagar los estropicios que han causado a nivel mundial, siguen alimentándose y engordando, con la desgracia ajena. La imagen es esperpéntica, es como el cuadro de Goya, Saturno devorando a su hijo. Después de meternos créditos, y préstamos por los ojos, ahora van y nos engullen. Julio siguió argumentando, con cifras y con datos. Siempre se le ha tachado de utópico, pero ¿alguien le ha desmontado alguna de las verdades que nos tira a la cara? , ¿o acaso es mentira que los que están pagando el despropósito de los bancos, de la bolsa, de los 4 locos megalómanos del poder, son los de abajo, los que se quedan parados, los que van a la calle sin despido, los que no ven incrementado su sueldo con el IPC...?
En fin, que don Julio sólo nos pide que no veamos la tele, ¿se puede ser más incisivo, y buen consejero? A propósito, y sirva de muestra un botón. Al salir del Cerezo, me paré, no con uno, ni con dos, sino con varios padres que llevaron a sus hijos, adolescentes , a la conferencia de Julio.
Sabedores de que los padres queremos lo mejor para los hijos, algo tendrá Anguita, que los padres queremos compartirlo con lo más querido por nosotros. Gracias, don Julio, por tus impagables clases de buen profesor, por ser alguien de verdad.
Decía Miguel Hernández que en un trozo de carne cabía un hombre, y si el trozo de carne se llama Julio Anguita, el trozo es grande, por fuera, y por dentro.
Julio Anguita no es un político más, ni un político al uso. Es un histórico de la izquierda española. Es, como dice Miguel Hernández, un hombre, entendiendo por hombre, ese trozo de carne, que se llena, a golpe de voluntad, de compromiso, de honestidad, de coherencia, y de generoso afán de transmitir su vasto conocimiento. Carmona ha tenido la suerte de escucharle una vez más. Fue en el Teatro Cerezo, acompañado de la siempre resuelta, Encarni Milla, y arropado por un teatro prácticamente lleno, lo que pone de manifiesto, el poder de convocatoria que despierta uno de los mejores oradores de la democracia española.
No hubo mitin. Hubo, como él mismo dejó caer, en varias ocasiones, explicaciones.
No hubo venta de votos, sino transmisión de conocimientos.
No hubo populismo, más bien, traducción de los complejos mecanismos económicos, para que todos nos hiciéramos conscientes de las mentiras que nos inundan.
No hubo frases hechas, promesas, ni salvadores, sólo fue el discurso de un hombre informado, erguido, rebelde, que se resiste a ser un borrego más, y lo que es más inusual aún, empeñado en que la sociedad despierte del letargo consumista y absurdo en que estamos metidos.
Busquen ustedes políticos que hayan renunciado a su pensión adquirida por haber sido diputado. Busquen ustedes políticos que le voceen que esta crisis, que nos ahoga, no tiene remedio, porque los remedios que nos venden, son tan mentira como los presuntos culpables de la crisis.
Julio diseccionó con, artes de buen cirujano, el porqué de la crisis, culpó al sistema y a los bancos, quienes, curiosamente, lejos de pagar los estropicios que han causado a nivel mundial, siguen alimentándose y engordando, con la desgracia ajena. La imagen es esperpéntica, es como el cuadro de Goya, Saturno devorando a su hijo. Después de meternos créditos, y préstamos por los ojos, ahora van y nos engullen. Julio siguió argumentando, con cifras y con datos. Siempre se le ha tachado de utópico, pero ¿alguien le ha desmontado alguna de las verdades que nos tira a la cara? , ¿o acaso es mentira que los que están pagando el despropósito de los bancos, de la bolsa, de los 4 locos megalómanos del poder, son los de abajo, los que se quedan parados, los que van a la calle sin despido, los que no ven incrementado su sueldo con el IPC...?
En fin, que don Julio sólo nos pide que no veamos la tele, ¿se puede ser más incisivo, y buen consejero? A propósito, y sirva de muestra un botón. Al salir del Cerezo, me paré, no con uno, ni con dos, sino con varios padres que llevaron a sus hijos, adolescentes , a la conferencia de Julio.
Sabedores de que los padres queremos lo mejor para los hijos, algo tendrá Anguita, que los padres queremos compartirlo con lo más querido por nosotros. Gracias, don Julio, por tus impagables clases de buen profesor, por ser alguien de verdad.