Publicado el 22/04/2013
Los responsables de la política cultural del Gobierno de España, sabedores de la proyección propagandística internacional del Premio Cervantes, se han empeñado en que la pareja de funcionarios royales, Juan Carlos y Sofía, posen con el galardonado, Caballero Bonald y organizan una real audiencia en las reales dependencias del cortijo de La Zarzuela, que tiene que escenificarse en el despacho de cartón-piedra -y no en el saloncete de audiencias- porque Juanito no se llega de deámbulo. La figuración escenográfica es horrorosa, con esa mesa circular en medio llena de cachivaches, que impide la cercanía entre las reales figurillas y los visitantes.
Que los funcionarios royales españoles no se hablan es más que evidente. Él la desprecia y ella se limita a cumplir con su obligación oficial. Escena decadente total. Ningún respeto al protocolo, por otro lado, por parte de Juanito. Una calamidad.
Que los funcionarios royales españoles no se hablan es más que evidente. Él la desprecia y ella se limita a cumplir con su obligación oficial. Escena decadente total. Ningún respeto al protocolo, por otro lado, por parte de Juanito. Una calamidad.