Publicado el 28/05/2013
Nuevamente estos degenerados corruptos, que no representan a nadie, vuelven a ser sorprendidos en una de sus golferías y este channel, como heraldo para los anales de la posteridad, da cuenta de ello a su audience con la más elevada virtud cívica, que es poner en el proscenio público las andanzas de estos parásitos sociales, verdadero cáncer del progreso de los pueblos..
Podemos ver cómo el jefecillo de la reunión se queja de la pereza de los diputados asistentes, que llegan tarde y de mala gana al trabajo, llegando incluso a exclamar su extrañeza porque les paguen por ello. Prosigue con unos comentarios jocosos acerca de la brevedad de las intervenciones -de no más de un minuto, dice- para poder salir cuanto antes de esa reunión tan cansada y aburrida para ellos. Ellos saben que da igual lo que se diga o deje de decir, así pues para qué perder el tiempo, con un minuto para cada uno hay tiempo más que de sobra. Se puede ver que este personaje acude a la reunión sin tener ni idea de los asuntos a tratar, por eso pide auxilio al letrado ante el batiburrillo de papeles desordenados que los funcionarios del Parlamento le han puesto sobre la mesa, papeles que no ha leído.
Una diputada saca el bolso y dedica el tiempo a darse crema, señal de que los asuntos a tratar le traen completamente sin cuidado, su preocupación es la crema antiarrugas. Pero cobra por ello, como es de ley, porque para eso es una madre de la patria.
El valor sociológico y antropológico de las imágenes, que retratan a la perfección las formas de un régimen político absolutamente degenerado y corrompido, como es la monarquía de partitocracia oligárquica española, se centra sobre todo en las poses farsantes de estos sujetos, pues mientras ellos creen que nadie les está captando, se comportan como vulgares barriobajeros, pero en el momento que se activan las luces y el sonido, engolan la voz y empiezan a representar ese paripé paranoico, en el que se tratan de señorías con unas poses absurdas, llenas de ínfulas fariseas, simulando una cortesía de salón completamente falsa. Si son falsos e hipócritas en las formas, evidentemente son falsos en lo sustantivo, como así acontece, pues estas reuniones no sirven para nada ya que los resultados de las votaciones están previamente amañados y previstos por los jefes de sus partidos. A su vez, los jefes de los partidos son engranajes de los designios de los poderes financieros y empresariales, fundamentalmente de la gran banca y grupos empresariales, así como de los llamados poderes fácticos (jerarquía católica, casta judicial, altos cuerpos militares, estamentos gremiales como la abogacía, notarios, registradores, etc). Toda una gran farsa, una gran mentira social, un circo, que se mantiene gracias a la inopia de un pueblo mayoritariamente ignorante que se presta a seguirles el juego corrupto de sus urnas, su propaganda, sus líderes de opereta y su partitocracia.
De ahí que, como ilustran las imágenes, es cierto hablar de España como un régimen monárquico-católico corrupto.
Sin embargo, la gran paradoja es que semejante estado de cosas es la única alternativa para conseguir una relativa paz social, en un país tan fragmentado sociológicamente como es España. El ideal supremo de una arcadia feliz y consoladora, la aspiración a la democracia perfecta, al orden social donde reine la honestidad y la pureza de las virtudes, está reñido con la paz social. La libertad siempre está en tensión con el orden. Y quizá sea bueno sostener una gran farsa, incluso corrupta, si con ello se logra apaciguar al gran Leviathan. He ahí la gran paradoja del ser social. He ahí el vicio privado como virtud pública, según sostuvo Mandeville. He ahí la suma de todas las verdades.
Podemos ver cómo el jefecillo de la reunión se queja de la pereza de los diputados asistentes, que llegan tarde y de mala gana al trabajo, llegando incluso a exclamar su extrañeza porque les paguen por ello. Prosigue con unos comentarios jocosos acerca de la brevedad de las intervenciones -de no más de un minuto, dice- para poder salir cuanto antes de esa reunión tan cansada y aburrida para ellos. Ellos saben que da igual lo que se diga o deje de decir, así pues para qué perder el tiempo, con un minuto para cada uno hay tiempo más que de sobra. Se puede ver que este personaje acude a la reunión sin tener ni idea de los asuntos a tratar, por eso pide auxilio al letrado ante el batiburrillo de papeles desordenados que los funcionarios del Parlamento le han puesto sobre la mesa, papeles que no ha leído.
Una diputada saca el bolso y dedica el tiempo a darse crema, señal de que los asuntos a tratar le traen completamente sin cuidado, su preocupación es la crema antiarrugas. Pero cobra por ello, como es de ley, porque para eso es una madre de la patria.
El valor sociológico y antropológico de las imágenes, que retratan a la perfección las formas de un régimen político absolutamente degenerado y corrompido, como es la monarquía de partitocracia oligárquica española, se centra sobre todo en las poses farsantes de estos sujetos, pues mientras ellos creen que nadie les está captando, se comportan como vulgares barriobajeros, pero en el momento que se activan las luces y el sonido, engolan la voz y empiezan a representar ese paripé paranoico, en el que se tratan de señorías con unas poses absurdas, llenas de ínfulas fariseas, simulando una cortesía de salón completamente falsa. Si son falsos e hipócritas en las formas, evidentemente son falsos en lo sustantivo, como así acontece, pues estas reuniones no sirven para nada ya que los resultados de las votaciones están previamente amañados y previstos por los jefes de sus partidos. A su vez, los jefes de los partidos son engranajes de los designios de los poderes financieros y empresariales, fundamentalmente de la gran banca y grupos empresariales, así como de los llamados poderes fácticos (jerarquía católica, casta judicial, altos cuerpos militares, estamentos gremiales como la abogacía, notarios, registradores, etc). Toda una gran farsa, una gran mentira social, un circo, que se mantiene gracias a la inopia de un pueblo mayoritariamente ignorante que se presta a seguirles el juego corrupto de sus urnas, su propaganda, sus líderes de opereta y su partitocracia.
De ahí que, como ilustran las imágenes, es cierto hablar de España como un régimen monárquico-católico corrupto.
Sin embargo, la gran paradoja es que semejante estado de cosas es la única alternativa para conseguir una relativa paz social, en un país tan fragmentado sociológicamente como es España. El ideal supremo de una arcadia feliz y consoladora, la aspiración a la democracia perfecta, al orden social donde reine la honestidad y la pureza de las virtudes, está reñido con la paz social. La libertad siempre está en tensión con el orden. Y quizá sea bueno sostener una gran farsa, incluso corrupta, si con ello se logra apaciguar al gran Leviathan. He ahí la gran paradoja del ser social. He ahí el vicio privado como virtud pública, según sostuvo Mandeville. He ahí la suma de todas las verdades.