Publicado el 20/10/2012
Sentado en los jardines del cortijo de La Zarzuela, con un cigarrillo en la mano, el funcionario royal defiende la propaganda del régimen fascista militar del general Franco, y alaba los cuarenta años de prosperidad, de extensión de la cultura por toda la patria (típica expresión de los franquistas), como un camino forjado para el porvenir.
Las declaraciones del funcionario falangista, que el régimen acababa de designar como sucesor a título de rey, eran la viva expresión de una monumental farsa, pues el país estaba sumido en una economía, esencialmente rural, de subsistencia, la escolarización era muy escasa, la educación secundaria era muy mediocre, basada en el adoctrinamiento nacionalista español, en manos fundamentalmente de la iglesia católica, principal aliada del franquismo. La educación universitaria estaba reservada a los hijos de familias bien situadas económicamente, y estaba anclada en planes de estudio y concepciones propias del siglo XIX, sujeta a los diktats franquistas, sin autonomía y sin democracia interna en la elección de sus órganos de gobierno, con un mapa de universidades muy escaso, circunscrito a las grandes ciudades de país.
Nuevamente descubrimos la auténtica naturaleza oportunista y falsaria de este personaje royal de opereta, cuya única obsesión ha sido vivir del cuento monárquico adaptándose y acomodándose a cada momento. Que cada cual saque sus conclusiones en conciencia.
Las declaraciones del funcionario falangista, que el régimen acababa de designar como sucesor a título de rey, eran la viva expresión de una monumental farsa, pues el país estaba sumido en una economía, esencialmente rural, de subsistencia, la escolarización era muy escasa, la educación secundaria era muy mediocre, basada en el adoctrinamiento nacionalista español, en manos fundamentalmente de la iglesia católica, principal aliada del franquismo. La educación universitaria estaba reservada a los hijos de familias bien situadas económicamente, y estaba anclada en planes de estudio y concepciones propias del siglo XIX, sujeta a los diktats franquistas, sin autonomía y sin democracia interna en la elección de sus órganos de gobierno, con un mapa de universidades muy escaso, circunscrito a las grandes ciudades de país.
Nuevamente descubrimos la auténtica naturaleza oportunista y falsaria de este personaje royal de opereta, cuya única obsesión ha sido vivir del cuento monárquico adaptándose y acomodándose a cada momento. Que cada cual saque sus conclusiones en conciencia.