sábado, 26 de abril de 2014

La insoportable obscenidad de la corrupción



Miguel Blesa haciéndose el ofendido en el juicio contra el juez que le encarceló, es una intolerable ofensa a la decencia, la inteligencia y a todo el país. Eso sí que ofende a España, aunque media España no se dé por ofendida, le da igual, no va con ella. Y así nos va en este país. En este país, el director de Cajamadrid que se reía y jactaba de hacer colocado a sus clientes millones de preferentes fraudulentas que han destrozado la vida de miles de hogares, tiene el rostro de presentar a su familia y presentarse él mismo como víctima de la injusticia. En este país, el responsable del mayor hundimiento bancario de nuestro país, el que nos ha costado y nos costará durante años, la pérdida de trabajos, casas y servicios sociales básicos, acaba como acusador del único juez que se atrevió a juzgarle como se merece, Elpidio Silva. En este país, el gran ladrón no solo tiene cien años de perdón, tiene al sistema judicial a su servicio. En efecto: en el tribunal que juzga al juez, María Tardón, una magistrada que ha sido concejal del PP, teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Madrid y por eso, miembro de la asamblea de Cajamadrid que eligió al consejo de administración de la caja cuando estaba Blesa y que ratificó en el cargo al amiguito del alma de José María Aznar. Y además, el PP que nombró a Blesa es el PP que nombra a la mayoría de los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que juzga al Silva. Con razón el juez ha recusado al tribunal y ha conseguido una momentánea interrupción de esta pantomima. Es una arcada tras otra la que hace que no terminemos de vomitar. Y en paralelo a esta comedia de juicio, un juicio mediático, otro circo que condena al juez Silva por sus formas durante la vista, su campaña política y sus intentos, todos perfectamente legales y lícitos, por cierto, de conseguir la nulidad de un juicio en el que el tribunal y el acusador son más sospechosos que el acusado. Personalmente, me parece poco serio que Elpidio Silva regale su autógrafo o una cena a quienes inviertan en su campaña y poco modélicas las primarias de su partido en las que él era el único candidato, pero eso es algo que los votantes tendrán que juzgar en las urnas. No puede desviar la atención del juicio sumarísimo que se le está haciendo al juez. Es como si viéramos a un hombre apaleando a otro y criticáramos que el apaleado no se defiende bien. Una vez más asistimos a la insoportable obscenidad de la corrupción que se muestra impúdicamente porque se sabe intocable, protegida por una casta que hace de proxeneta de un sistema prostituido, puteado, chuleado. Es pornográfico. Este juicio es porno duro. Nos sacan la lengua, nos hacen muecas, nos chulean y nosotros ponemos la cama. Que ustedes lo voten bien cuando vayan a las urnas, si es que van. Para llegar hasta ellas tendrán que aguantar el olor a mierda que las rodea.




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